Si algo caracteriza a casi todas las familias reales del mundo es el secretismo, o al menos, el férreo control que mantienen sobre la información que le dan al público. Lo acabamos de ver en el caso de la princesa de Gales, Kate Middleton, cuya “desaparición total” por un par de meses desató toda clase de teorías conspirativas en internet. Sin embargo, y de acuerdo con la aclaratoria que publicó ella misma recientemente, la realeza parece inclinarse a dejar a un lado su estricta “política de privacidad” cuando se trata de la salud. Estas son 7 princesas que decidieron ser honestas al respecto.
Kate, princesa de Gales
La casi por seguro futura reina consorte del Reino Unido fue vista por última vez a principios de enero de este año, antes de que el palacio de Kensington anunciara que se sometería a una cirugía abdominal. Después de eso no se supo más nada de la princesa y los rumores no se hicieron esperar. Desde que había muerto hasta que estaba en proceso de divorcio por una supuesta infidelidad del príncipe William, la locura invadió las redes sociales. Finalmente, el pasado 22 de marzo, Kate publicó un video en el que explicaba que su ausencia se debía a que le habían detectado cáncer (no indicó de qué tipo) y que había comenzado quimioterapia en febrero. A partir de entonces, tanto ella como la familia real han sido más abiertas, agradeciendo el apoyo del público.
Mette-Marit, princesa de Noruega
En 2018, la princesa de Noruega anunció que fue diagnosticada con fibrosis pulmonar, una enfermedad incurable que hace que el tejido de los pulmones se torne grueso y duro, causándole dolor y cansancio pues le afecta la respiración. La esposa del príncipe Haakon explicó que ambos decidieron hacer pública su situación porque, al ser los siguientes en la línea de sucesión al trono, el pueblo debe saber que habrá periodos en los que ella no podrá asistir a eventos oficiales porque estará recibiendo tratamiento para aliviar los síntomas. Además, Mette-Marit dice que quiere ayudar a darle visibilidad a las enfermedades crónicas.
Cristina, princesa de Suecia
Otra princesa que ha tenido que lidiar con el cáncer, y dos veces, es la hermana mayor de Carlos XVI Gustavo, actual rey de Suecia. En 2010, Cristina anunció que le diagnosticaron cáncer de mama, el cual superó tras someterse a tres cirugías. Sin embargo, seis años después, anunció que tenía leucemia crónica, para lo cual le hicieron un trasplante de células madre. Aunque logró controlar la enfermedad, los médicos le advirtieron que siempre estaría allí, latente. Por eso, en el 2018, en su cumpleaños número 75, Cristina se retiró de sus funciones reales. “Me he dado cuenta que la vida no es infinita. No quiero estar atada a muchas cosas, sino disfrutar de lo que tengo y de quienes tengo a mi alrededor”, dijo en este momento.
Masako, princesa de Japón
En una movida poco usual para la Casa Imperial de Japón, conocida por ser una de las más aferradas al secretismo, a princesa Masako hizo pública una declaración en la que anunciaba que sufría de estrés y ansiedad y que se sometería a un tratamiento. Esto ocurrió en 2019, poco después de que el emperador Akihito abdicara y elevara a su hijo Nahurito a emperador. Ella, como esposa de Nahurito, es ahora emperatriz. Fue entonces cuando Masako se sinceró sobre la presión que sentía sobre este nuevo rol y los problemas de salud mental que tuvo que enfrentar. El comunicado real decía que le habían diagnosticado un trastorno de adaptación, el cual está relacionado con la ansiedad, la depresión y el estrés. La emperatriz continúa con su tratamiento y apoya iniciativas relacionadas a este tema.
Eugenia, princesa de York
La hija de los duques de York, Sarah Ferguson y el príncipe Andrés (hijo de la fallecida reina Isabel II), es una cara habitual en los eventos en los que participa la casa real británica. Sus esfuerzos de concentran principalmente en iniciativas benéficas, especialmente las relacionadas con la salud infantil. Ella misma pasó por momentos difíciles cuando, a los 12 años, tuvo que ser operada por escoliosis, una deformación de la columna. “Todavía recuerdo vívidamente cuán asustada estuve antes y después la cirugía”, dijo sobre el procedimiento en el que le colocaron varillas de titanio a lo largo de su columna para corregirla. Desde entonces, la princesa exhibe con orgullo sus cicatrices.
Victoria, princesa de Suecia
Ya te contamos sobre su tía, Cristina. Victoria es la hija mayor del rey de Suecia, Carlos XVI Gustavo, así que es la heredera directa de la corona. Por eso, la prensa siempre ha estado al tanto de sus pasos, y cuando en la década de los 90, siendo adolescente, comenzaron los rumores de que sufría de algún desorden alimenticio por su extrema delgadez, ella y su familia decidieron sincerarse y confirmarlo. La entonces joven princesa fue enviada a un centro de tratamiento en Estados Unidos para superar su anorexia. “Obtuve la ayuda profesional que necesitaba. Sentía demasiada presión por los estándares imposibles de pertenecer a la realeza y eso me hizo presionarme demasiado”, contó años después en una entrevista.
Claire, princesa de Bélgica
En el 2020, el mundo estaba sumido en el caos de la pandemia del coronavirus. Cuando la princesa Claire, esposa del príncipe Laurent, hermano menor del rey Felipe de Bélgica, fue diagnosticada con el virus, el público belga temió por su salud. Pero la preocupación aumentó cuando Laurent anunció que podía haber complicaciones porque, antes de contraer COVID-19, su mujer estaba batallando con una enfermedad “debilitante del sistema inmunológico”. Afortunadamente, Claire superó el virus, pero le quedaron secuelas que la mantuvieron alejada de los compromisos públicos durante más de año. Actualmente, Claire afirma que su enfermedad fue descubierta y tratada a tiempo.